Océano África. Al principio fue la curiosidad, el interés que surge ante un nombre sugerente y atrayente. Gracias a las redes sociales y concretamente a twitter, las noticias vuelan. Puedes enterarte de lo que comenta u opina alguien en la otra parte del mundo casi al instante. Eso ocurrió. Lo vi y me llamó la atención. Alguien retuitearía algo y a mí me llegó la información sobre el libro en cuestión.

Periodista, África, Kapúscinski…. Me sentía identificada con la historia, y experimenté hacia el tipo que lo había escrito una complicidad y simpatía inmediata. ¡Me tenía que caer bien, deduje! La casualidad quiso que ese mismo día una compañera me dijo que lo había visto y se había acordado de mí. La última señal fue abrir un libro y encontrarme olvidado como marcapáginas un vale por 12 euros de alguna cosa que había devuelto en una librería….con descuento y todo, ¿necesitaba más señales?

Pensaba esperarme a Navidades, soltarlo como sugerencia cuando me preguntaran si quería algo en especial. Pero no pude aguantarme…”la cabra tira al monte, dicen…”. Pues ahí me embarqué, bueno, me subí a un tren camino de Barcelona con muchas horas por delante, Océano África y curiosidad por ver qué contaba ese tal Xavier Aldekoa.

Solo con la introducción me enganchó. Ameno, interesante, inteligente. Una forma de escribir que hace que te traslades con facilidad a los lugares que va describiendo como si estuvieras allí:

La llegada a Tombuctú siguiendo los pasos del joven René Caillié, un pueblo de la ribera del Níger atrapado por los vertidos descontrolados de petróleo en la zona, una aldea de bosquimanos en el suroeste de Camerún, un bar de carretera en Bostuana en la zona con mayor incidencia de personas infectadas de VIH, las calles de Kanté, Nairobi o Johannesburgo, o la alegría incipiente al declararse la independencia en Sudán del Sur entre otras muchas historias.

En las horas de tren, que se deslizaba lentamente por toda la costa de levante, fui poniéndoles cara a todas las personas que Xavi iba presentando. Personas que se habían cruzado un día en su camino y que yo ahora hacía como mías… . Me acordaba de tantos amigos de Mali, Togo, del Congo…. Donde por una vez no se hablaba de sus países en las noticias exclusivamente con esa imagen de pobreza-guerra que parece que es lo único que existe allí.

Anécdotas, historias, rostros. A través de las páginas te vas adentrando dentro de ese océano. De ese mar inmenso tan azul desde arriba, y tan diferente y lleno de matices conforme te vas acercando a él. El azul pasaba a un tono más oscuro, luego al verde, tonos plateados y fosforescentes, luego al gris…. Conforme te ibas adentrando en él los colores cambiaban y te dabas cuenta de que no existía una tonalidad uniforme. Llamarlo azul era una manera de ahorrar papel y saliva, pero que no abarcaba la realidad, sino que la simplificaba hasta lo absurdo.

Heredero de los grandes reporteros. Maestros de una profesión (casi un arte) que se va perdiendo, diluyéndose por los intereses de los grandes medios de comunicación, las multinacionales, gobiernos de turno, y la omnipresencia de internet.

En cada pequeña historia, en una anécdota en un mercado o un cigarrillo compartido en la puerta de un bar se muestra mucha más humanidad y respeto por el ser humano, que en miles de telediarios que constantemente nos bombardean en los medios occidentales, vendiéndonos esa idea de África como un todo, como parte de una ignorancia que no hace sino alimentar cada vez más las desigualdades.

África es pobreza y riqueza, pero sobre todo es desigualdad. Es trabajo, es una población mayoritariamente joven con ganas de comerse el mundo.

África son sus mujeres que con constancia y tesón sacan adelante familias y pueblos enteros. Son zonas conflictivas o en guerra, aunque también muchas zonas en paz. Es crecimiento, es sequía y desiertos inmensos y también lagos, montañas nevadas y selvas frondosas y verdes, cuajadas de vegetación.

Está llena de recursos naturales que se explotan para beneficio de unos pocos. África es la desesperación de una madre por no tener nada que darle de comer a su hijo. Pero también la esperanza en los ojos de un grupo de niñas al salir de la escuela. Es una tierra de contrastes, mucho más de lo que pueda recoger yo aquí. A día de hoy arrastra las secuelas de siglos de esclavitud primero, colonización después, y ahora dominación por los intereses de multinacionales e industrias extranjeras y frecuentemente con gobiernos manipulados y dirigidos por terceros Estados.

África es un continente formado por 55 países y millones de personas (en su mayoría jóvenes). Con cientos de lenguas y dialectos propios. Con una historia y culturas vastísimas y antiquísimas. De una riqueza que se remonta al origen del hombre y de la que hemos mamado en occidente.

África, cuyos habitantes tienen los mismos anhelos, y exigen la dignidad y respeto que cualquier persona, viva donde viva.

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